El proceso de higienización industrial y doméstico
El objetivo general de la acción de higienización es asegurar una excelente limpieza y garantizar la desinfección.
Es importante que todos los consumidores y los operarios que hacen parte de una empresa procesadora de alimentos conozcan el uso, los procedimientos y sus instrucciones de funcionamiento que rige un protocolo de limpieza y desinfección.
El plan de sanitización pretende asegurar la calidad de los productos y la salud de los operarios encargados de la producción, manipulación, almacenamiento y expendio de los mismos, además de asegurar un producto inocuo para el consumidor final.
En toda empresa procesadora de alimentos, emplea productos con acción de limpieza y desinfectante, con los que se pretende que, además de eliminar los residuos macroscópicos, se eliminen los microorganismos, siendo estos últimos difíciles de ver
Dentro del protocolo de sanitización es necesario tener en cuenta el tipo de suciedad o contaminación de las superficies que están en contacto con los alimentos, como, suciedad libre, significa que no están fijadas las partículas, suciedad incrustada, que están introducidas en relieves, suciedad adherente, son impurezas fijadas. La facilidad de eliminación, radicará en lo fácil que resulte disolverla. Siempre utilizamos agua para limpiar con el fin de disolver la suciedad en esta agua y por lo tanto, disolver restos de carbohidratos, al igual que muchos minerales, es relativamente sencillo por su elevada hidrofilidad, es mucho más difícil para las grasas -insolubles en agua y que necesitan disolventes aniónicos o no iónicos alcalinos- y las proteínas -disolventes alcalinos. Las proteínas se desnaturalizan si se utiliza calor para su limpieza, lo que implica una redisolución muy complicada. Por este motivo, es imprescindible el empleo de solventes a pH alcalino, que aseguren la separación y el arrastre.
Hay que resaltar que muchos microorganismos sobreviven mejor en presencia de grasa, tolerando mejor la acción de desinfectantes. La adición de un tensoactivo facilitará el proceso de limpieza, sobre todo porque podrá permitir la eliminación de lípidos, sin necesidad de alcalinizar el producto. Sin embargo, los depósitos de proteínas son más complicados de eliminar, sobre todo a pH ácido.
No podemos exigir a un único producto que cumpla todas las funciones a la vez, ya que el agente más eficaz será diferente dependiendo de la suciedad. Una incorrecta elección de limpiador puede provocar un resultado no deseado y, en consecuencia, al existir una contaminación bacteriana, se permitirá la proliferación de microorganismos, con el riesgo que conlleva para las personas que interaccionan con las superficies.
Es importante que todos los consumidores y los operarios que hacen parte de una empresa procesadora de alimentos conozcan el uso, los procedimientos y sus instrucciones de funcionamiento que rige un protocolo de limpieza y desinfección.
El plan de sanitización pretende asegurar la calidad de los productos y la salud de los operarios encargados de la producción, manipulación, almacenamiento y expendio de los mismos, además de asegurar un producto inocuo para el consumidor final.
En toda empresa procesadora de alimentos, emplea productos con acción de limpieza y desinfectante, con los que se pretende que, además de eliminar los residuos macroscópicos, se eliminen los microorganismos, siendo estos últimos difíciles de ver
Dentro del protocolo de sanitización es necesario tener en cuenta el tipo de suciedad o contaminación de las superficies que están en contacto con los alimentos, como, suciedad libre, significa que no están fijadas las partículas, suciedad incrustada, que están introducidas en relieves, suciedad adherente, son impurezas fijadas. La facilidad de eliminación, radicará en lo fácil que resulte disolverla. Siempre utilizamos agua para limpiar con el fin de disolver la suciedad en esta agua y por lo tanto, disolver restos de carbohidratos, al igual que muchos minerales, es relativamente sencillo por su elevada hidrofilidad, es mucho más difícil para las grasas -insolubles en agua y que necesitan disolventes aniónicos o no iónicos alcalinos- y las proteínas -disolventes alcalinos. Las proteínas se desnaturalizan si se utiliza calor para su limpieza, lo que implica una redisolución muy complicada. Por este motivo, es imprescindible el empleo de solventes a pH alcalino, que aseguren la separación y el arrastre.
Hay que resaltar que muchos microorganismos sobreviven mejor en presencia de grasa, tolerando mejor la acción de desinfectantes. La adición de un tensoactivo facilitará el proceso de limpieza, sobre todo porque podrá permitir la eliminación de lípidos, sin necesidad de alcalinizar el producto. Sin embargo, los depósitos de proteínas son más complicados de eliminar, sobre todo a pH ácido.
No podemos exigir a un único producto que cumpla todas las funciones a la vez, ya que el agente más eficaz será diferente dependiendo de la suciedad. Una incorrecta elección de limpiador puede provocar un resultado no deseado y, en consecuencia, al existir una contaminación bacteriana, se permitirá la proliferación de microorganismos, con el riesgo que conlleva para las personas que interaccionan con las superficies.